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Hace poco tiempo encontré en otro blog este término: mi bebé estrella. Me pareció un término hermoso y preciso: así llaman a los niños que perdieron algunas madres durante sus embarazos. Como muchos saben, soy la feliz mamá de una hermosa niña, pero hace algún tiempo también perdí un bebé. Es una experiencia dolorosa, que te transforma. Uno nunca deja de pensar en ese hijo, de mandarle amor y de saber que siempre será nuestro bebé estrella. Y curiosamente, tras un bebé estrella llega un bebé arcoiris, una personita única que alumbra tu vida y la de los demás. Así llegó a mi vida una hermosa niña para alegrarme y seguir llenándome de amor, aunque siempre para mí estará ese primer bebé en mi corazón y cabeza.
Les recomiendo leer esta nota sobre los bebés estrellas.
Por eso, comparto con ustedes tres momentos íntimos. Uno: en la meditación que realizaba días antes de que naciera mi hija, se me apareció una imagen que fue tan real para mí que no pude contener las lágrimas: mi niño, un niño ya más grande, cargaba a su hermanita y me la entregaba en brazos. Era la confirmación de que ellos allí estaban juntos y de que mi bebé estrella me acompañaba en la llegada de su hermanita al mundo. Fue un momento único. El segundo: esta carta sentida que escribí a los pocos días de la pérdida de mi primer embarazo. Y el tercero: la siembre de un hermoso árbol Ocobo en mi casa materna, donde siempre está el recuerdo y la vida de mi bebé estrella; fue una hermosa manera de manejar el duelo y de recordarlo. Con el tiempo ha crecido y espero el día en que florezca.
Carta a Mathi,
No sé si ese será tu nombre, si es que puedo hablar de que tengas nombre, pero subida en el techo de mi casa y mientras lloraba con un susurro lento que se fue convirtiendo en ahogo profundo por tu partida, se me vino a la mente ese nombre.
Estuviste muy poco tiempo dentro de mí, nunca lo supe a ciencia cierta, aunque lo intuía, y de alguna forma sentía que estaba dispuesta a todo por ti.
Te escribo esta carta porque a pesar de que te perdí de forma inesperada, sin saber a ciencia cierta que estabas dentro de mí, te extraño. Eras un pedacito dentro de mí que me transformó en otra. Sí, porque ahora soy otra. Las cosas que importaban antes, ya no importan. Pienso en que me transformaste de una manera profunda y que, a pesar de la tristeza ,me llenaste de ganas de vivir para reencontrarte.
No sé si estaré siendo ilusa, pero te veo allí como un ángelito en el cielo, como una estrella que me mira y que ahora, desde cualquier lugar del planeta donde yo esté, también miro.
Puedo decir que eres mi primer amor, de verdad. Nunca había sentido ganas de darle tanto amor a nadie. Antes quería recibir ese amor. Ahora quiero darlo. Dártelo. Por eso te digo que te amo.
Quisiera entender las circunstancias por las cuales no me enteré de que vendrías, o no quise aceptarlo, y cómo te perdí, pero hay cosas que no tienen respuesta o que solo entendemos con el tiempo, en un marco más amplio de espacio. Sólo sé que sí eras mi más grande ilusión. Y ahora te doy una corta despedida, para un reencuentro en el que te prometo ser mejor persona por ti, valorar más las cosas y ser más feliz.
Gracias por haber venido a mi vida. Prometo disfrutar de cada día. Seguir con la ilusión de ser mamá. Esperándote. Y de seguir mirando al cielo buscándote en una estrella.
Te amo, mamá