Sobre la bella Lilia

Han pasado varios años desde tu partida, pero aún eres parte de nuestros días, de nuestro mundo.

Te conocí siempre con una sonrisa en la cara, burlándote de todo el mundo y sobre todo de ti misma. La risa hasta en la tristeza es lo mejor que hemos heredado de ti. Hoy por ti quisiera reír.

La muerte llega y nos hace extrañar lo que pudimos tener. Sobre todo, nos recuerda lo tontos que somos; los abrazos que no dimos y las palabras que no soltamos así estas quisieran salir corriendo.

Mi papá siempre dijo que eras una mujer muy fuerte. Yo lo pude ver por la batalla que diste al final. Creo haberte conocido, y sino lo hice creo que tu esencia se quedó en mí.

Tu alegría invadió a todos los que te amamos. Te vi reír incluso cuando el amor de tu vida se fue, te vi reír hasta en medio de los días más duros de tu enfermedad. A ti la tristeza no te va.

Tu pelo lila me pareció siempre el de una mujer “loquita”, como te solía llamar, pero ahora no puedo ver este color, ni una mariposa, sin reír y acordarme de ti. Como sea, y de muchas maneras, has continuado con nosotros.

Lilia Puerta Johnson, tus mariputas e hijueputamos, al igual que las historias de fantasmas que te gustaba contarme para asustarme, siempre serán parte de mi vida.

Recuerdo cuando ya no soportaba tu casa sin ti, mejor dicho contigo ahí, pero no regañándome por el desorden, cocinándome el huevo más rico del mundo y mostrándome donde guardabas todo lo que no podía encontrar sin tu ayuda.

Tú, mama de cinco hijos, eras un hogar, eras un mundo, y eras parte de todo aquel que estuviera en tu camino. Tu cuerpo menudo y pequeño albergaba un alma inmensa.

Las personas no somos nada en realidad, solo seremos lo que dejamos en los demás. Tú serás grande porque tu grandeza acompaña a todos los que te adoramos.

Mi abuela loca, la más hermosa, la más sensata: te admiro. Sonrió porque el abuelo y tú estarán juntos como siempre. Ambos nos recuerdan que cada detalle, por insignificante que parezca, es importante: desde un delicioso aguacate, una cosecha de mangos, hasta los pájaros que vienen a visitar nuestros balcones.

Todos somos mejores personas porque estuviste aquí y por eso nunca serás olvidada; tu sonrisa llena todos los espacios de tristeza que dejaste al partir.