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Como todo para mi, perder es también un arte que debe aprenderse con gracia, cuando hemos perdido nos adaptamos y nos camuflamos, esquivamos el tiempo y engañamos la memoria, los días se vuelven metas llenas de peripecias.
Te escribo esta carta como símbolo de despedida y porque como te dije al oído antes de verte partir, tengo la firme convicción de que nos volveremos a encontrar más adelante en el camino.
Tengo que admitir que durante mucho tiempo me permití olvidar que de una forma u otra el derecho del asunto era que tú me dejarías primero. Posiblemente nunca lo supiste y fue un secreto que me guardé y no le conté a nadie, pero cuando era niña muchas noches me dormí sumida en llanto ahogado, cuando este momento cruzaba mi mente, este día en que ya no estuvieras más conmigo.
Hoy ha pasado ya el tiempo y mis miedos de niña se hicieron realidad, a unos días de tu partida admito que he llorado con fuerza y en voz alta, agarrándome el pecho porque asumo que ahí está mi alma. Sospecho que hasta ahora no me había dolido nunca y siempre creí que decir que el alma duele era solo una expresión mundana que significaba dolor intenso en cualquier parte del cuerpo.
Hace poco me desperté del letargo que me causo tu partida y me percaté que tu voz grave de S bien marcada y acento paisa de cepa no volvía a estar ni siquiera al otro lado del teléfono, la realidad de no escucharte más me golpeó con angustia y me dejó el pecho lleno de incertidumbre, aún no he sido capaz de borrar tu número del pizarrón de mi cocina, como si eso implicara que te conservo un poquito y evitara que te desvanecieras totalmente de la posibilidad de ser.
Hoy más que nunca estoy segura que este ciclo de la vida que es tan irónico, no es nunca una casualidad, te escuché siempre contar con orgullo que habían sido tus manos las que me dieron la bienvenida al mundo cuando nací, hoy me alegra y me llena de orgullo saber que fueron mis manos las que te sostuvieron al partir. Me duele todo pero me quedó con las noches en que me cuidaste el sueño, me quedó con saber que para ti siempre fui la más linda del mundo, me quedó con la compañía, la complicidad y la alcahuetería, me quedó con tu presencia imponente y con tu picardía, me quedó con saber que pudimos vernos, abrazarnos y encontrarnos en esta vida y nada puede igualar eso.
Quiero que sepas que ha sido duro perderte y que siento que una vida entera es mucho tiempo para volvernos a encontrar pero esperare con paciencia y me acostumbraré poco a poco a vivir sin verte, mientras tanto prometo recordarte y sentirte en pequeñas cosas de la vida que guardan un poquito de ti, como la lluvia que golpea en la ventana cuando es de noche y el olor que expele el pasto cuando está recién cortado.
Te llevo por siempre en mi corazón,
Buen viaje Titis.